Lo maravilloso de este cuento no son los mundos fantásticos y oníricos que trae, sino precisamente, que es algo que pasa diariamente en nuestro mundo y lo pasamos por alto sin dejarnos inundar por la magia que está implícita en ese instante. Un cuento sobre el nacimiento humanizado tomado de la revista Crianza y Salud.
A veces le habla con palabras que le salen por la boca, otras le salen por el pensamiento, le sonríe, le cuenta lo que está viendo, le habla de los abuelos y de las abuelas, le canta los himnos de la vida, la toca por fuera, acariciando su vientre, la toca por dentro cerrando sus ojos, se detiene en cada promontorio de su cuerpecito. Ya sabe que es una niña, ya la llama por su nombre.
Una noche fresca y tranquila del mes de agosto se producen los dos nacimientos. Valentina nace al mundo después de nueve meses de cómoda y extasiante penumbra. La ponen en el pecho desnudo de su madre, la reconoce, se siente tranquila. La madre la seca entre caricias y contemplaciones, la huele, le habla en susurros; en este mágico y misterioso instante, se produce un lazo entre las dos, que ya nada ni nadie podrá romper. Así permanecen madre e hija sumidas en éxtasis. Ella le ofrece su leche, excreción de su amor, de su dicha, de sus sueños, líquido endulzado con terroncitos de ternura. Así nacen las dos, porque la madre nace al ser parida por su hija.
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