Todo comenzó hace cuatro años, cuando al pediatra Roberto Guardela, hoy alcalde del municipio de San Juan Nepomuceno, se le ocurrió instalar unas pequeñas hamacas dentro de algunas de las incubadoras de la Unidad de Neonatos de la Clínica Crecer de Cartagena.
El doctor decidió replicar con los recién nacidos una de las tradiciones costeñas más arraigadas: el descanso en las hamacas. "A los niños desde pequeños los meten en ellas para 'amansarlos' y que no anden neciando por ahí", cuenta el neonatólogo de Crecer, Hernando Thorne Vélez, quien ha seguido de cerca este proceso.
Se llevaron tres hamacas de San Jacinto y las colocaron cuidadosamente dentro de las incubadoras. No fue necesario mandarlas a hacer ni ajustarlas, pues allí elaboran unas pequeñitas, como de adorno, que coincidieron exactamente con las medidas de la incubadora.
Los resultados sorprendieron al cuerpo médico. Notaron que los niños prematuros ganaban peso más rápidamente, pues el arrullo de las hamacas les generaba tranquilidad y les permitía conciliar el sueño.
Dormir: eso es justamente lo que necesitan los bebés. "Está comprobado que mientras más duerman se recuperan nutricionalmente. El bebé se amolda a la hamaca y es como si estuviera en el vientre de la madre, le da calorcito y arrullo", cuenta el doctor Thorne, quien lleva una bata azul de muñequitos.
Erika demuestra que la está pasando bien en la hamaquita amarilla con rayas verdes y rojas. Con su mano apoyada en la cabeza, parece entregada a los más profundos pensamientos.
Al frente está Didiana Barrios, en una roja. Ella prefiere hacerse de lado. Es morenita y parece que en cualquier momento va a abrir los ojos.
Se mueve ligeramente y se reacomoda para seguir su siesta, que puede ser de 22 horas diarias. Ellas son, en este momento, las que gozan de la hamacaterapia en la Unidad de Neonatos de la Clínica.
Los médicos establecieron aplicar este tratamiento con los niños prematuros -los que nacieron antes de las 37 semanas- que han tenido una estancia prolongada en la Unidad y que se encuentran estables. Es el último paso antes de ser dados de alta.
Múltiples beneficios
No hay estudios científicos ni estadísticas que avalen este tratamiento, pero médicos y enfermeras que trabajan allí, han sido testigos de los resultados. Esta práctica no solo les ayuda a subir de peso, también hace que vomiten menos.
Muchos prematuros sufren de reflujo, pues algunos de sus procesos orgánicos no están maduros. La hamaca les proporciona una inclinación de 30 grados que evita que el ácido del estómago vuelva al esófago. También evita que se formen escaras en los cuerpos de los bebés, pues ellos se amoldan perfectamente a la hamaca.
Según el doctor Thorne, la Clínica comenzará los estudios para comprobar que la hamacaterapia funciona, así toda la comunidad médica podrá conocer el tratamiento y podrán beneficiarse más niños prematuros. Hasta el momento, no se tiene noticia de otros centros hospitalarios que realicen esta práctica.
"Suena como algo macondiano -afirma Thorne-, pero si uno se pone a ver, en todas las novelas de García Márquez se menciona una hamaca, si no hay una, es porque no es un libro de Gabo".
Los más felices con la idea son, por supuesto, los papás, que pueden volver a casa con sus hijos sanos y fuertes.